sábado, 12 de octubre de 2013

Libros con olor a culo

Ya estamos en octubre pero a mediodía hace un calor espantoso y tengo que trasponer al quinto pino para ir al súper. Llego a la puerta y estoy chorreando sudor por todos los poros de mi cuerpo. Ufff, que suerte… la sección de embutidos y de otros productos refrigerados me llama como si de un sofá se tratara. Ni corto ni perezoso me siento sobre las tortillas de patata embasadas que parecen ser de lo más blandito y esponjoso. Ains… que a gusto se queda uno tras descansar un rato.

Podría darse el caso de que esta escena dantesca sea real, pero ahora imaginad que ocurre lo mismo en una librería, donde una pequeña montañita de libros están “boca arriba” sobre una superficie plana, a una altura perfecta para aposentar las nalgas.
Y diréis: - ¡Hombre! Es que no es lo mismo. Una cosa es sentarse sobre comida y lo otra es hacerlo sobre hojas de papel apiladas.
No importa si es lo mismo o no, es mercancía que se vende en un establecimiento y hasta que la compres no es tuya para hacer con ella lo que te apetezca (usarla a modo de cojín, calzar una mesa o hacer un buen fuego).
Ese es el tema, la gente no piensa en que eso sobre lo que se sienta lo compra otra persona. Que las costuras o botones traseros de sus pantalones pueden hacer marcas y estropear la cubierta del libro. Que la presión sobre determinadas encuadernaciones puede hacer que se desprendan las páginas.
Lo peor es que se lo comentas al plácido sedente y te contesta con que ha elegido unos libros bien recios y que jamás se le ocurriría sentarse sobre unos blandos que se pudieran estropear. ¡Tendrá cara dura!

Qué cansado estoy de ver a la gente hacer este tipo de barbaridades. Me imagino que en sus casas se sientan en sillas, sillones y sofás ¿Por qué se sientan sobre los libros en una librería? ¿Por qué no nos preguntan si tenemos a mano alguna silla para ellos? NO. Lo mejor es encontrar un buen montón de libros y repanchingarse a lo grande.

Y no voy a hablar de aquellos que se sientan sobre libros que no están en plano sino de canto. Esas pobres hojas semiarrugadas aguantando el peso de una persona, haciendo lo posible para no ceder y reventar del todo… se me saltan las lágrimas al pensarlo. Ahí es para darle un puntapié en todo el culo a la persona en cuestión y luego un buen coscorrón… y aún así no aprendería.


En fin. Una lucha diaria que me costará más de un disgusto.

jueves, 30 de mayo de 2013

La Qarmita

La Qarmita. Libros y Café.

Llevaba mucho tiempo queriendo ir y por fin la semana pasada tuve un hueco por la mañana.
El concepto cafetería/librería me encanta, aunque hay que saber casar bien ambas cosas así que tenía mis reservas ante este lugar por si iba a resultar demasiado artificioso y esnob, aunque al final quedé maravillado.

Decoración sencilla con toques Art Nouveau en mesas y paredes, y jugando con algunos tonos pastel en puntos clave para acercarse al estilo Patisserie francesa, aunque contaminado por esa nueva moda de pastelería creativa proveniente de Estados Unidos (muffins, fondant,… "adiós sabor, hola ornato"). No obstante los grandes protagonistas de La Qarmita son los libros, todos a la venta, y el ambiente íntimo y agradable que se respira en todo el local.
Me sorprendió bastante que las mesas y sillas sean las clásicas de jardín que imitan el hierro colado pero utilizadas en interior, y que resultaran ser la mar de cómodas con esos cojincitos que han puesto en cada asiento. Cuando una mesa se queda libre el camarero acude raudo a retirar vasos y limpiar todo y así dejarlo como nuevo para el próximo cliente. Música muy bien escogida y buena iluminación. Nada del típico estruendo de bar-cafetería con platos, tazas, cacharros, cubiertos y cafetera corriendo y chocando tras la barra. Ambiente relajante y positivo donde el Breakfast at Tiffany’s es sustituido por el Breakfast at Tea House Books.




La única pega que tengo es uno de los grandes clásicos en mi vida: pedir té y que te lo sirvan en taza de café, pero en general un sitio genial, cuidado con mimo y detalle. Muy recomendable.

Aquí su página con toda la programación cultural que ofrecen:


Tetería de maravilla

El pasado sábado paseaba con unos amigos a la vera del río Darro y por casualidad descubrimos una nueva tetería al final del Paseo de los Tristes. El nombre no prometía demasiado, EL QUE TE DIJE, pero nada más lejos de la realidad.

Si vas buscando la típica tetería con olor a moho no entres en ésta, no pertenece a la tipología de las que están escondidas en bajos de casas con humedades que parecen los Jardines Colgantes de Babilonia. Tampoco se trata de un zulo oscuro iluminado con cuatro velas al estilo mazmorra.

Esta tetería tiene los típicos tejidos estampados y con toques metálicos por paredes y asientos pero no da asco pensar en quién ha podido sentarse antes ahí. Pufs de cuero para sentarse al estilo árabe y una pequeña fuente a la entrada con un sonido monótono a la par que relajante. Es luminosa, espaciosa y bien aireada. Con unas vistas excelentes de la Alhambra si tienes la suerte de sentarte en la última terraza.
Se compone de muchos saloncitos independientes, muy cómodos y casi todos mirando al exterior.
La carta no es muy extensa, pero se agradece más a que sea muy barroca y con tés pasados y secos. Fue muy agradable encontrar un hermoso tallo de hierbabuena recién cortada en mi tetera… nada de yerbajos secos, todo bien fresco y aromático.
Para colmo nos invitaron a unos creps y a una cachimba de fresa; se ve que están intentando atraer al público como sea y se lo están trabajando muy bien.


La verdad es que salimos encantados de la experiencia, ya que más que una visita fue una auténtica experiencia, y seguro que volveremos pronto porque es difícil olvidar el sumo disfrute de un delicioso té mientras contemplas la Alhambra a tu derecha, el verdor de los bosques que rodean la Fuente del Avellano a tu izquierda y la brisa y el sol de la tarde acariciando tu cara.



domingo, 26 de mayo de 2013

Libros por metros


Hay veces en las que uno no puede quedarse callado y aún así lo hace. Me muevo entre libros y trabajo con libros, un objeto que atrae a gran cantidad de público de ámbitos muy diferentes… para gustos, colores. Pero hay algo que me parece una horterada y una falta de respeto a escritores, libreros y, por qué no, también a lectores. Hablo de clientes que piden: LIBROS POR METROS.

¿De qué se trata? Pues nada más y nada menos que de gente que no sabe con qué llenar una estantería y de buenas a primeras piensa que los libros son ideales para ello. No importa la temática, el autor, etc. sólo que sean gruesos para que abarquen espacio y, si es posible, que el color de la cubierta haga juego con el resto de mobiliario.

Es cierto que un libro puede ser un elemento decorativo ¿quién no ha colocado alguno en determinada posición o cerca de algún objeto con el que hace juego? No hay que olvidar que el libro también se exhibe aunque no sea su principal fin. Pero de ahí a los metros de libros que se compran para hacer bulto, convirtiéndolo en mera ornamentación, hay un buen trecho

Hoy mismo un cliente me ha preguntado si teníamos un metro y le he prestado el que usamos en el almacén. Al poco rato y después de ver como mide diferentes libros de distintas secciones (derecho, medicina, ligüística…) viene y me dice:
   - Mira, es que me hacen falta unos libros de una medida concreta… para llenar una estantería. Es por ornamentar. Me ha dicho la decoradora que a los estantes le hacen falta libros y como no tengo… he venido a ver los que hay.
Acto seguido me muestra en el móvil las fotos de su salón y de la dichosa estantería; salón con una bandera de España de metro y medio y una camiseta del Madrid enmarcada y firmada por los jugadores… al lado de la estantería.
Las indicaciones que me ha dado son: 1 metro de libros con una altura de 32cm y una profundidad máxima de 30cm. Lo que mide el hueco entre baldas de la estantía. ¡¡Vamos, pa encajar los libros como ladrillos!!
   - Que no sobre demasiado espacio por arriba porque si no queda feo – ha concluido.

Ains, lo que tiene uno que oír.